No podemos entender que las grandes entidades españolas estén dilatando la entrada en el mercado de depósitos
Las entidades han presentado unos resultados extraordinarios, fruto, en buena parte, de la ampliación del crédito el año pasado y la subida de los tipos de interés: el año pasado se firmaron 463.614 hipotecas para vivienda, la cifra más alta registrada por el INE desde 2010. No podemos pasar por alto tampoco que estos beneficios, que han vuelto a ser récord en la mayoría de los casos, se dan a pesar del impuesto extraordinario a la banca. Es por ello, que en estos momentos pedimos sensibilidad y flexibilidad en la negociación con los hipotecados y la puesta en el mercado de depósitos remunerados, como ocurre en los países de nuestro entorno.
En estos momentos, en que la subida del Euribor va a poner contra las cuerdas a muchísimos hipotecados, que empezarán a sufrir las consecuencias de alzas de cuota de “segunda ronda” (las acumuladas de 2022, cuando pasamos a tasas positivas, con las de 2023), instamos a las entidades a ser flexibles en la negociación con sus clientes.
Es crucial vigilar el impacto en las familias hipotecadas, que ya superan en 2.000 euros la subida de cuota anual, por cada 100.000 euros de hipoteca, y si las medidas previstas por el Código de Buenas Prácticas Bancarias resultan suficientes para aliviar las tensiones económicas. En este escenario, la sensibilidad de las entidades en la negociación individual con sus clientes es crítica.
“No podemos entender que las grandes entidades españolas estén dilatando la entrada en el mercado de depósitos y no se esté remunerando en absoluto el pasivo de los clientes, cuando el BCE ha situado ya los tipos de interés en el 3,75%”, declara Patricia Suárez.