Desde que un empresario emite una factura solicitando un pago hasta que el cliente abona el dinero pasan un par de días que los ciberdelincuentes aprovechan para acceder a tu cuenta de correo, buscan la factura y cambian el número de cuenta del destinatario. Y con esto es suficiente para que los estafadores se hagan con tu dinero, pues los bancos aceptan transferencias aunque el nombre del titular y el número de cuenta no pertenezcan a la misma persona.
¿Cómo acceden a mi correo?
Existen una gran variedad de formas de acceder a tu correo, pero por regla general usan el método más sencillo. Hacen un envío masivo de archivos adjuntos infectados, de Word, Excel o pdf. Uno de los cuales es un virus que se instala automáticamente en el ordenador y permite a los estafadores acceder todos los correos. Finalmente, el delincuente filtra por “factura” o “pago” y procede con el timo.
Esta estafa es muy frecuente y mucho más sencilla de lo que parece, la Policía Nacional informa que los estafadores ya se han hecho con más de 100.000€. Si crees haber sido víctima de la estafa del cambio de número de cuenta ponte en contacto con las autoridades y tu entidad bancaria lo antes posible.
Sin embargo, debes tener en cuenta que se trata de una situación compleja y en la que es poco probable que recuperes tu dinero. Pero, podría no estar todo perdido, pues existe un Real Decreto Ley que señala que los pagos han de hacerse al beneficiario, no a un número de cuenta. Y por lo tanto, la entidad bancaria podría ser responsable por mandar el dinero al número de cuenta en vez de al usuario y debería devolver al cliente el dinero robado.
¿Cómo protegerme del fraude cambio del número de cuenta?
Aunque no existe forma de estar protegido al 100%, es importante que apliquemos todas las medidas de seguridad disponibles para evitar ser víctima de una estafa así. Lo más importante es no instalar el virus que da acceso a tus correos, por ello, debemos:
- Analizar los documentos adjuntos antes de descargarlos.
- Instalar un antivirus en el ordenador.
- Cifrar los correos electrónicos.
- Fijarnos en elementos sospechosos antes de confiar en los archivos.
- Desconfiar de los emisores desconocidos.
- Utilizar contraseñas seguras y variadas, además, de cambiarlas de forma periódica.