Cuando en los medios y en las redes se tratan temas de actualidad financiera, habrás notado que últimamente suele repetirse un término: “finanzas sostenibles”. Pero hablar de finanzas sostenibles no es una mera tendencia o una moda. Es algo más que eso.
Aunque no resulta fácil definirlo en dos palabras, podríamos decir que cuando hablamos de finanzas sostenibles nos estamos refiriendo a aquellas inversiones en las que los aspectos sociales de gobernanza y medioambientales son tomados en consideración, no de forma exclusiva, pero sí de forma prioritaria o relevante.
Pero, ¿cómo hemos llegado en el mundo financiero a hablar de riesgos medioambientales?
Por su propia naturaleza, el cambio climático, ligado al calentamiento global, es una preocupación extendida a nivel mundial que genera iniciativas en todos los ámbitos si bien, hasta hace muy poco, se consideraba algo ajeno al sistema financiero. Sin embargo, esto ha cambiado como consecuencia del Acuerdo de París de 2015, donde se señaló la indudable importancia del sector financiero como canalizador de los recursos para afrontar las inversiones que permitan la transformación de la economía hacia un modelo sostenible.
Desde la UE existe un plan de acción que pretende vincular el sistema financiero al desarrollo sostenible y que afecta a todos los sujetos que intervienen en el mercado, inclusive los bancos centrales y las autoridades supervisoras. En particular, dichas instituciones deben, por un lado, asegurarse de que las entidades financieras incorporan los riesgos derivados del cambio climático y, por otro, tratar de generar las condiciones adecuadas para facilitar los flujos de capital necesarios para la transición hacia una economía sostenible.
Para alcanzar ese desarrollo se proponen distintas líneas de actuación:
- Establecer un lenguaje común para las finanzas sostenibles que nos sirva para identificar si una actividad económica es sostenible; y un sistema de etiquetas de la UE para los productos financieros «verdes».
- Promover que las grandes inversiones se decidan con arreglo no solo a factores estrictamente económicos -como riesgo, rentabilidad y liquidez- sino también a factores de sostenibilidad (ambientales, sociales y gobernanza), tales como las emisiones de gases de efecto invernadero, el agotamiento de los recursos, o las condiciones de trabajo.
- La divulgación de información a inversores, consumidores y agentes económicos acerca del impacto medioambiental de la actividad de las empresas.
Sin duda, la lucha contra el cambio climático requiere de un esfuerzo conjunto de todas las partes interesadas: Gobiernos, instituciones públicas, empresas, entidades financieras y, en definitiva, de todos nosotros. Y es que cuando hablamos de la Tierra todos somos partes interesadas y todos hemos de poner nuestro granito de arena.
Enlace al discurso de 25.02.2020 “La política económica y financiera ante los objetivos climáticosAbre en ventana nueva”. Pablo Hernández de Cos. Gobernador del Banco de España.
Enlace al artículo de 25.02.2020 “Banca y sostenibilidadAbre en ventana nueva”. Margarita Delgado. Subgobernadora del Banco de España.